La cadena de cines en Miami que no resistió a Netflix
La industria del cine en Estados Unidos está atravesando un momento complicado. CMX Cinemas, con sede en Miami, ha presentado su quiebra por segunda vez en cinco años, intentando salvar un negocio que parece no encontrar su camino en medio de la competencia con plataformas como Netflix y Disney+. La primera vez que la empresa enfrentó esta situación fue en 2020, cuando el COVID-19 llevó al cierre de sus salas.
Ahora, este nuevo intento de reestructuración pone de relieve un cambio más profundo en los hábitos del público. La gente ha modificado sus preferencias y, cada vez más, le resulta más atrayente quedarse en casa. La competencia con los servicios de streaming se encuentra en un nivel tan alto que pareciera que ir al cine ya no es una opción tan prioritaria como antes.
CMX llegó al mercado estadounidense en 2016 con una propuesta diferente: salas premium con butacas reclinables y servicio de gastronomía. En su momento, esta propuesta fue vista como algo innovador. Sin embargo, lo que en su día se consideró un atractivo diferencial parece resultar insuficiente, especialmente en un contexto de crisis económica y cambios culturales.
Los datos financieros de CMX son reveladores. Actualmente, sus activos rondan entre 100,000 y 500,000 dólares, mientras que su deuda se sitúa por debajo de los 50,000 dólares. Esto contrasta notablemente con su situación en 2020, donde la deuda superaba los 100 millones. Sin embargo, el cuadro sigue siendo crítico, ya que no solo se trata de números, sino de la viabilidad misma del negocio.
En sus esfuerzos por volver a levantarse de la quiebra, la empresa había implementado un plan de reestructuración que le permitió mantener algunas operaciones. Pero la recuperación no fue tan rápida como se esperaba. La asistencia a las salas nunca volvió a los niveles anteriores a la pandemia. Cada vez más, los consumidores parecen priorizar el costo y la comodidad sobre el lujo del cine.
No es un desafío exclusivo de CMX. Otras cadenas como Cineworld, que es dueña de Regal, también se declararon en quiebra en 2022, atrapadas en deudas astronómicas. Incluso AMC, la mayor cadena de cines del mundo, sobrevivió gracias a la emisión de acciones y bonos, además de un sorpresivo rescate por parte de pequeños inversores.
El dilema no se limita a una única cadena. La industria en general está enfrentando una crisis existencial. Las plataformas de streaming ofrecen estrenos inmediatos, maratones sin horarios y precios accesibles, dificultando la competencia con las salidas tradicionales. A su vez, el aumento del costo de vida en Estados Unidos ha convertido la experiencia de ir al cine en un lujo que muchas familias están dejando de lado.
El futuro del cine físico es incierto. Algunos analistas creen que aún habrá espacio para eventos especiales y estrenos de gran escala, pero el negocio tradicional podría estar llegando a su fin. La realidad parece mostrar que el cine, tal como lo conocimos, se enfrenta a una transformación que puede ser irreversible.